Yo voy por una segunda primavera mexicana

Yo voy por una segunda primavera mexicana

Por Oscar Juárez, politólogo.

Somos los hijos del caos y la fortuna, de Europa y el Brexit. Nacimos entre dos milenios, en el borde del Estado fracturado por la guerra del Golfo Pérsico, la atrocidad étnica de Sarajevo y la violencia del terrorismo. Somos la generación que no tuvo miedo para tomar las calles y acelerar el deshielo del socialismo y deponer con protestas pacíficas las brutales dictaduras ideológicas y militares de la guerra fría; somos la generación que comprendió el valor de la tolerancia, el voto, el mercado, el trabajo y la legalidad en las cicatrices biográficas de nuestros padres hechas por la hiperinflación, la escasez de todo y la represión estatal.

Somos la generación que acogió el internet desde el Napster, agitó las rebeldías profundas del color de la tierra de nuestro sureste mexicano; somos la generación que apostó por la democracia, la libertad de preferencias comerciales, sexuales y culturales y que jamás le ha tenido miedo a competir y ganar en el mundo. Somos los primeros mexicanos contempóraneos de todos los hombres, como nos provocó a ser Octavio Paz en su último recital de poesía en el Claustro de Sor Juana: séanlo ahora y siempre libres, qué la vida valga su pleno valor en cada precioso instante.

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Yo entraba a los veinte años cuando un Paz roto por el tiempo empuñaba la antorcha de la libertad en una noche lluviosa y nos dejaba su legado universal. Su obra poética, su radicalismo libertario, su prosa política agitan mi corazón desde entonces: siempre autónomos, siempre fieles a uno mismo, siempre de vuelta a la palabra, a nuestra heideggeriana morada del ser. Porque sin palabras no somos nada, acaso polvo enamorado diría Quevedo.

Somos la generación de más libertades jamás disfrutadas para hacerlo todo y a nuestra manera en el último intersiglo de la Modernidad. Esa es nuestra fortuna histórica.

Somos la generación que, con el pensamiento científico, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la cooperación solidaria y las biotecnologías enfrentó la primera gran pandemia global de la humanidad y formuló en poco más de 500 días del primer contagio documentado en Wuha, cinco distintas vacunas para afirmar la vida frente a la muerte. Somos los hijos del caos que aprendieron a aquilatar la belleza del cosmos con la pluralidad de los mundos posibles por medio de la razón ilustrada. Somos voluntad de poder creativa que se despliega en la historia.

Estos meses son momentos para el amor, la solidaridad, la valentía y la congruencia. No podemos dejar de ser lo que ya somos. Somos la generación que se atreve a dar un paso más en la lucha por las libertades, que busca recuperar el orden democrático y por esta vez dejar de lado a las identidades partidistas para optar por agendas centradas en nosotras las personas. Somos la generación que vio florecer la democracia mexicana. Somos la generación obligada a hacer en junio no una alternancia más; sino a concluir la transición política de un Estado de derechos, con nuevas luchas cívicas, con más imaginación, con nuevas políticas públicas y nuevas herramientas legislativas para consolidar los controles constitucionales pendientes desde 1997.

Seamos una inspiración y no una vergüenza en la historia del país. Como ciudadanía activa, no nos merecemos bufones, come tacos, pasitos tun-tun, porristas advenedizos, afanes dinásticos y corruptos del ayer. Elevemos la calidad de nuestra democracia. Decidamos sobre personas y no por colores, nuestra República está construida sobre la calidad de la representación legislativa y nuestra prosperidad sobre el grado efectivo de los gobiernos municipales que escuchan y resuelven. Si hay buenos resultados, continuidad. Si hay malos resultados, alternancias. Para eso sirve votar. Si la boleta es mala, sanción a todas las ofertas. Si la boleta es atractiva, evaluar y decidir por perfiles ya sean del partido que sean: los colores no deben estorbarnos, que sean las agendas lo más importante y resolvamos mandar a su casa a todos los malos políticos que sofocan la vida pública en todos los partidos. La democracia es nuestra, el poder es tuyo, mío, de toda la gente. Seamos libres de optar otra vez por nosotros, la soberanía popular.

Es momento de volver a tomar postura política por el país que merecemos todos vivir ahora, en el presente, donde la muerte nos arrebata amores, donde los amores no salvan de la muerte; seamos la generación que Octavio Paz nos pidió ser al florecer la primera primavera mexicana hace mas de 25 años. Vamos juntos por una segunda primavera democrática: más abierta, más libre, más funcional y más plural. Hagámoslo por todos aquellos que ya no están por el Covid y partieron antes de tener que irse; hagámoslo por ellos, por todos, hagámoslo porque nuestra propia inventiva humana no ha dado otra oportunidad de vivir eso que Jaime Sabines llama la hermosa vida, carajo…

¡Qué cada decisión resuene en nuestras propias conciencias!

Es momento de una vuelta más, por nuestras hijas que habrán de volver a pisar en nuestra huella para ir mas allá de nosotros mismos.

A mi carnal Héctor Serrano.

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