¿Qué es la justicia climática y por qué nos debería importar?

¿Qué es la justicia climática y por qué nos debería importar?

¿Qué es la justicia climática y por qué nos debería importar?
Crédito: Cortesía

Por Mercedes de la Vega, Magíster en Administración Pública y Desarrollo Sostenible por la Universidad de Columbia

Los filósofos y académicos han pasado cientos de años discutiendo los matices de la justicia. Sin embargo, los nuevos desafíos que nos trae el cambio climático han traído consigo nuevas formas de entender el derecho y por ende qué definimos como justo o no.

La justicia climática aborda específicamente las desigualdades históricas del cambio climático y cómo sus efectos afectan desigualmente a los seres humanos. Las discusiones anteriores sobre el cambio climático se caracterizaron tradicionalmente en observaciones científicas acerca de los impactos ambientales adversos.

La ciencia demostró que desde la revolución industrial, la temperatura media del planeta ya aumentó 0.9 grados centígrados como consecuencia del incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero, planteando una gran amenaza para diferentes países del mundo.

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Sin embargo, a medida que aprendemos más sobre la magnitud del cambio climático y lo vemos desarrollarse, también entendemos la interdependencia estrecha de nuestros sistemas e instituciones sociales con el mundo natural.

La justicia climática mira al cambio climático a través de una lente de derechos humanos, enfatizando los importantes costos sociales causados por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. En el corazón de la justicia climática está el entendimiento de que el mundo natural y social no son autónomos, sino que existen en constante interacción.

En los términos más simples posibles, el cambio climático es injusto porque (a) sus impactos no se distribuyen por igual a todas las personas; (b) no fue causado por igual por todas las personas; y (c) no todo el mundo tiene la misma capacidad para adaptarse al cambio climático.

Para cumplir de una manera justa e inclusiva con los compromisos adoptados en el Acuerdo de París y limitar el aumento de la temperatura mundial a 1.5 grados centígrados, es importante que los Estados abarquen estas consideraciones.

Cuando nos referimos al impacto desigual del cambio climático, entendemos que este fenómeno afecta a determinadas geografías más que a otras, tiene distintos grados de exposición, y sus comunidades tienen distintos grados de vulnerabilidad a los peligros climáticos.

Aquellos que viven en áreas costeras, por ejemplo, pueden tener que reubicarse debido al aumento del nivel del mar, mientras que aquellos que viven tierra adentro pueden no hacerlo.

Los agricultores en tierras que ya no son cultivables y las comunidades en áreas propensas a desastres naturales pueden encontrar que sus hogares ya no serán habitables en los próximos años. Las sequías, inundaciones e incendios son cada vez más recurrentes y afectan a los más pobres y vulnerables.

Según el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos, 17.2 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a desastres relacionados con el clima y terremotos en 2018.

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Si bien la mayor parte de la migración impulsada por el clima será interna, es decir, ocurrirá dentro de las fronteras nacionales, la cuestión de cómo la comunidad internacional debe abordar el tema de la “migración climática” es uno de los temas más delicados que se están discutiendo.

Según el Banco Mundial, más de 130 millones de personas viviendo en economías en vías de desarrollo podrían ser empujadas a la pobreza extrema como consecuencia del cambio climático para el 2030.

Las discusiones en torno a la justicia climática son sin dudas discusiones complejas de abarcar. Sin embargo hay algo que podemos afirmar: el deterioro medioambiental tiene un impacto negativo en el bienestar social. Ya es tiempo de entender al eje climático como un eje transversal a cualquier decisión de gobierno, y sobre todo a aquellas que ponen el foco en el problema de la desigualdad.

Más allá de que en el plano internacional continúan las discusiones en torno a los impactos y responsabilidades diferenciales del cambio climático, es esencial que cada Estado se comprometa a llegar a los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, mitigando sus emisiones de efecto invernadero y también implementando políticas y programas de adaptación y resiliencia a este fenómeno.

El planeta está siendo lastimado, y esto lastima cada vez más a los que menos tienen. La justicia climática es y será un desafío importante si queremos habitar un suelo más justo y equitativo.


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