Sudáfrica vive una ola de violencia, disturbios y saqueos masivos que durante los últimos días ya dejó 117 muertos y más de 2,000 arrestos, marcando lo que sería el estallido de violencia más grave ocurrido en el país desde la conquista de la democracia en 1994.
¿Cómo llegó la denominada “nación arcoíris” y país más desarrollado de África a esta situación? Este es el contexto para ayudar a entender la crisis desatada el pasado 9 de julio a través de 5 claves.
1 – Jacob Zuma, expresidente de Sudáfrica
Adorado por muchos por su imagen de “presidente del pueblo” y odiado tal vez aún más por sus grandes escándalos de corrupción, la entrada en prisión del penúltimo jefe de Estado sudafricano fue el detonante de las primeras protestas, que luego degenerarían en oleada masiva de crímenes.
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Jacob Zuma, de 79 años, fue condenado a finales de junio por desacato judicial tras negarse repetidamente a declarar por corrupción y aunque se entregó pacíficamente “in extremis” en la noche del 9 de julio, antes insistió en que es víctima de una persecución político-judicial y en que la pena de prisión será para él una “sentencia de muerte” por su salud y edad.
2 – Graves problemas socio-económicos preexistentes
Después de más de 27 años luego del fin oficial del sistema de segregación racista del “apartheid”, Sudáfrica todavía lidia con las heridas heredadas de aquella época, las cuales afectan de forma mucho más profunda a la población negra.
Datos del Banco Mundial (BM) muestran que Sudáfrica sigue como el país más desigual del mundo, el desempleo permanece encajado en torno al 30 % desde hace años (con cifras aún peores para los jóvenes) y más de la mitad de la población vive en la pobreza.
3 – El malestar por la pandemia de la covid-19
El coronavirus se cebó de forma especialmente agresiva con Sudáfrica. No solo es el país con más casos y muertos de África, sino que durante mediados del año pasado también estuvo entre las 5 naciones del mundo más golpeadas por el covid-19.
El dominio de la variante beta en la segunda ola y de la delta en la presente tercera gran curva epidémica obligaron al país a imponer de nuevo y mantener las restricciones duras, ya que la vacunación, como en el resto del continente africano, avanza aún muy lenta.
4 – Sudáfrica y sus graves problemas de inseguridad
Es un país con grandes problemas de criminalidad general, especialmente en las grandes ciudades. Entre 2019 y 2020, venía registrando una media de 58 asesinatos al día y las cifras de crímenes violentos mantienen una tendencia creciente desde hace una década.
Además de ese factor, la transformación de protestas y estallidos de violencia puntuales en oleadas de saqueos es un fenómeno relativamente frecuente, aunque en menor magnitud que en los días pasados.
El último gran precedente fueron los disturbios xenófobos en septiembre 2019 y que dejaron al menos 12 muertos.
5 – Posibles fallos de inteligencia
La gran pregunta ahora, en una Sudáfrica dedicada ya a apagar los últimos conatos de violencia y a limpiar las huellas de la devastación, es zanjar la responsabilidad del caos de los últimos días. El Gobierno insiste en que fue un “sabotaje económico” y apunta a que la violencia fue orquestada e instigada para desestabilizar el país.
🇿🇦 | Todas las tiendas del centro comercial Jabulani cerca de Johannesburgo han sido saqueadas. Informes y videos de disturbios en más centros comerciales en partes de Sudáfrica el lunes y este martes. pic.twitter.com/Te7BcSRijg
— Alerta News 24 (@AlertaNews24) July 13, 2021
Los medios locales colocan en el centro de las investigaciones a familiares, exespías y veteranos militarizados afines al expresidente Jacob Zuma y cuestionan hasta qué punto la influencia del expresidente en la inteligencia sudafricana pudo impactar en la ineficiente respuesta de las sobrepasadas fuerzas de seguridad.