Joe Biden, un veterano que se enfrenta al populismo de Donald Trump

Joe Biden, un veterano que se enfrenta al populismo de Donald Trump

Joe Biden, exvicepresidente y “amigo” de Barack Obama, recurrió a su experiencia y moderación para presentarse como el candidato demócrata ideal para enfrentarse al populismo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en unas elecciones condicionadas por la crisis y la pandemia del coronavirus o Covid-19.

Después de que su campaña se diera prácticamente por muerta en las primarias de su partido, Biden resurgió de las cenizas y arrasó en el llamado “supermartes” en los estados del sur, con los que ahora cuenta para arrebatar la Presidencia a Trump.

“Hace solo unos días la prensa y los tertulianos declararon esta campaña muerta (…) Estamos creando una campaña que puede unir al partido y batir a Donald Trump”, exclamó un eufórico Biden en un mitin en una cancha de baloncesto de Baldwin Hills, uno de los barrios más peligrosos de Los Ángeles.

Biden: amigo de Obama y compañero de Kamala

Jo Biden, de 77 años, maneja con insistencia sus ocho años al lado de su “amigo” Barack Obama en la Casa Blanca, como el fruto de una dilatada trayectoria política en el Senado estadounidense.

También recuerda sus orígenes humildes en Scranton, Pensilvania, (donde su padre era vendedor de automóviles) en pleno corazón del cinturón industrial, que en 2016 dio la espalda a los demócratas y alabó por Trump por poco más de 40,000 votos.

Biden apela a dos sectores demográficos que claves en las elecciones de 2020: la comunidad afroamericana y los votantes blancos de clase trabajadora, quienes unidos permitieron la victoria de Barack Obama en 2008 y 2012.

A ello suma su histórica selección de Kamala Harris, senadora por California, como su compañera de fórmula presidencial; Harris, de 55 años, es la primera mujer afroamericana y de ascendencia asiática en ser nominada a la Vicepresidencia por uno de los dos grandes partidos, y con la que Biden buscó aportar energía a su imagen de curtido y veterano político.

Moderación del izquierdismo

En las primarias progresistas, Biden tuvo que hacer frente a un adversario interno insospechado hace apenas una década: el fulgurante ascenso del ala más izquierdista dentro del partido encarnada por el senador Bernie Sanders, que le acusaba de carecer de la valentía para enfrentarse a los poderes establecidos, como el financiero de Wall Street, y de no querer llevar a cabo los cambios estructurales que requiere el país.

Foto: EFE

La congresista Alexandria Ocasio-Cortez, una de las estrellas progresistas en ascenso y que hizo campaña por Sanders, aunque ahora lo hace por Biden, reconoció la creciente grieta abierta entre los demócratas al asegurar que “en cualquier otro país sería impensable” que ambos estuvieran “en el mismo partido político”.

El exvicepresidente, por su parte, refuerza su imagen de pragmático moderado, en contraste con la ambiciosa propuesta de Sanders de implementar un sistema de sanidad universal en Estados Unidos dio marcha atrás a propuestas como prohibir la fracturación hidráulica (“fracking”) y ha ido acomodando sus posturas al sector más tradicional de su partido.

Sanders y Ocasio-Cortez, quienes han reconocido sus notables diferencias con Biden, brindan su apoyo en la campaña porque, según reconocen, lo principal en este momento es sacar a Trump de la Casa Blanca.

Carisma “virtual”

El carisma es otro de los puntos fuertes de Biden, algo que demuestra en sus cálidas y espontáneas interacciones con los ciudadanos, pero la inusual situación derivada de la pandemia de la Covid-19 supone un obstáculo.

Biden, que fijó su centro de operaciones en su casa de Wilmington, Delaware, localidad en la que reside, debido a la Covid-19 pasó de desarrollar una campaña virtual a otra en la que el público asiste a sus mítines dentro de sus vehículos, como en los autocinemas.

Aun con las limitaciones que eso representa, su propósito fue marcar las diferencias entre su campaña y la de Trump, la cual lleva a cabo mítines multitudinarios, al aire libre pero sin respetar las distancias de seguridad ni la obligatoriedad del uso del cubrebocas.

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Paradójicamente, gracias a su menor exposición pública, pudo controlar una de sus principales marcas de la casa: sus frecuentes equivocaciones verbales. “Soy una máquina de pifias. Pero, por Dios, qué cosa maravillosa comparada con un tipo que no puede decir la verdad”, ironizó a finales del pasado año al compararse con Trump.

Una de las noches de campaña de las primarias llegó a confundir antes de empezar a hablar a su mujer, Jill Biden, y a su hermana, Valerie Biden.

Pero también estuvo en la vanguardia de su partido y ha espoleado cambios que ahora lo enorgullecen: en 2012 afirmó que se encontraba “absolutamente cómodo” con el matrimonio homosexual, lo que forzó a Obama a acelerar su apoyo explícito a esas uniones y contribuyó a su legalización final por parte del Tribunal Supremo en 2015.

Con información de EFE

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