6 habilidades para resolver conflictos en tu empresa

6 habilidades para resolver conflictos en tu empresa

Contar con habilidades que te permita resolver conflictos es una característica fundamental para el desarrollo óptimo de tu empresa

Cuando aparece un conflicto en cualquier área de nuestras vidas y especialmente en el área laboral, nuestro cerebro se pone alerta, pero en ocasiones trata de evadir la manera de sobrellevarlo y atacarlo. Por eso tener habilidades que te permitan enfrentar los riesgos y amenazas a tu empresa es fundamental para salir de ellos y darle un tumbo positivo a tu emprendimiento.

Lo cierto es que un conflicto bien manejado lleva implícitos enormes beneficios, tanto para las empresas como para la gente que trabaja en ellas. Incluso, el manejo de conflictos suele ser uno de los mayores impulsores de cambios.

Por lo tanto, si se abordan de forma apropiada, pueden ayudar al personal a ser más innovador, a crear vínculos más fuertes, a trabajar en equipos eficaces y a mejorar su rendimiento. La clave para resolver conflictos reside en enfrentar abiertamente el problema, y negociar con el fin de obtener un resultado en el que todos ganen y sobre todo, aprendan a través de esa experiencia.

El conflicto se caracteriza como una diferencia entre dos o más personas o grupos, y se expresa por la tensión, el desacuerdo, el desborde de emociones o la polarización.

En las empresas hay cada vez más diversidad y creciente interdependencia, por ello también aumentan las probabilidades de que surjan desacuerdos. Como líder de una empresa, debes representa la voz de muchas personas, razón por la que es muy probable que sus responsabilidades excedan su autoridad, pues es necesario estar atento a todo el entorno empresarial, sin embargo, existe la posibilidad de que delegues comisiones a diferentes personas de tu equipo, aclarando que tú tienes la última palabra y sobre todo que estás pendiente de lo que se suscita día con día.

En una empresa como en la vida es inevitable tener que enfrentar algún conflicto, sin embargo, en la mayoría de los casos, enfrentarlo abiertamente mejorará sus posibilidades de alcanzar los objetivos que se ha fijado.

Cabe destacar que las personas generan conflictos como resultado del ciclo de las relaciones humanas, y cuando estas tienen desajustes, los vínculos se quiebran, experimentan sensaciones de pérdida, decepción, frustración, e incluso un profundo sufrimiento. Si usted se identifica con esas sensaciones, tendrá una mejor visión del problema y de la manera de solucionarlo.

Habilidades para resolver conflictos. Foto: Canva

Las empresas pueden ser la causa de que su gente sufra o se sienta abrumada por emociones negativas: un ascenso denegado, un mal informe de rendimiento laboral, la cancelación de un proyecto con el que se habían comprometido, comparaciones constantes entre el trabajo de tu equipo, etcétera son algunos casos del desequilibrio y los conflictos laborales.

Por ello, es momento de que cambies el rumbo de tu empresa y la fortalezcas.

6 habilidades para resolver conflictos

1. Cree y mantenga un vínculo, incluso con su “adversario”

La clave para desarticular un conflicto radica en establecer un vínculo —o restablecerlo si se ha deteriorado— con la otra parte. Para ello no es necesario que ese individuo nos agrade; lo único que hace falta es un objetivo en común. Trate a la persona como a un amigo, y base la relación en el respeto mutuo y la cooperación. Los líderes deben aprender a diferenciar entre la persona y el problema, y evitar las reacciones negativas a los ataques o las emociones intensas.

2. Entable un diálogo y negocie

Es importante no apartar la conversación del tema en cuestión, mantenerse concentrado en un resultado positivo y ser consciente de la meta común. No se muestre hostil ni agresivo. La etapa siguiente es la negociación, en la que además de dialogar se “regatea”. El diálogo y la negociación producen transacciones genuinas y productivas para ambas partes.

3. Pon las cartas sobre la mesa

Esta expresión significa plantear una cuestión difícil sin hostilidad. Una vez que plantea el problema, puede empezar a aclarar el enredo. Sea directo pero respetuoso, y hable en el momento oportuno.

4. Comprenda la causa del conflicto

Entre las raíces de una discrepancia se encuentran las diferencias en materia de objetivos, intereses o valores. También podrían influir percepciones opuestas de un problema. “Se trata del control de calidad” y “Lo que falla es la producción”, y hasta estilos de comunicación distintos. El poder, la rivalidad, la inseguridad, la resistencia al cambio y la confusión de roles son otros motivos de desacuerdo.
Es crucial determinar si un conflicto guarda relación con intereses o necesidades. Los intereses son más transitorios y superficiales, como la posesión de tierras, el dinero o un empleo; las necesidades son más básicas y difíciles de negociar: identidad, seguridad y respeto, por nombrar algunas. Muchos conflictos parecen obedecer a intereses, cuando en realidad son producto de necesidades.

5. Aplique la ley de la reciprocidad

La reciprocidad es la base de la cooperación y la colaboración. En general, lo que uno da es lo que recibe. Recientemente, varios investigadores han descubierto “neuronas espejo” en el cerebro, lo cual indica que nuestro sistema límbico (cerebro emocional), donde se encuentra la empatía, recrea en nosotros la experiencia de las intenciones y las emociones del otro. El intercambio y la adaptación interna permiten que dos individuos sean capaces de identificarse con los estados interiores del otro. En consecuencia, ambos podrán hacer las concesiones necesarias en el momento debido.

6. Construya una relación positiva

Una vez establecido un vínculo, nutra la relación y siga tras el logro de sus objetivos. Trate de equilibrar la razón y la emoción, porque emociones como el miedo, el enojo, la frustración pueden desbaratar acciones bien planeadas.
Entienda el punto de vista de la otra persona, lo comparta o no. Cuanto más efectiva sea la manera en que comunique sus diferencias y los puntos de concordancia, mejor comprenderá las preocupaciones del otro, y así mejorará sus probabilidades de alcanzar un acuerdo aceptable para ambas partes. Los vínculos más fuertes se basan en lo que el psicólogo Carl Rogers denominó “consideración positiva incondicional”.
Sentirse aceptados, dignos y valorados son necesidades psicológicas básicas. Y, como demuestran los procesos de negociación para liberar rehenes, es más productivo persuadir que coaccionar.

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