Mujeres presas en manos de la trata dentro de las cárceles

Mujeres presas en manos de la trata dentro de las cárceles

Por: Guillermina Trejo López

Los centros penitenciarios de México encierran corrupción y delitos; uno de ellos: la trata de personas.

Ahí tras las rejas hay víctimas y victimarios. Están apoyados por redes de complicidad en las que intervienen incluso custodios y directivos, según testimonios de Personas Privadas de su Libertad (PPL).

Aseguran que no importa si las prisiones son estatales o federales, el delito se comete igual.

En los túneles

Las prisiones en México se conectan con los juzgados a través de túneles. Por esos pasillos, las internas son llevadas a donde tendrán su audiencia.

Ahí se les permite el contacto con presos, a pesar de que Ley Nacional de Ejecución Penal establece que mujeres deben estar en espacios ajenos a estancias de hombres.

De acuerdo con las internas, es también en los túneles donde hay custodios e internos que buscan sexo y fuerzan a las internas a sostener encuentros sexuales. Ahí las “hacen valer”.

Así lo cuenta Beatriz Maldonado, representante de la agrupación Mujeres Unidas por la Libertad, quien estuvo presa en el Complejo Penitenciario Islas Marías, pero relata lo que vio y vivió en Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México.

“Así nos sacan y nos dejan a las 5:00 o 6:00 a todas las que tenemos esa audiencia y nos llevan; entonces, también a los hombres, y se presta muchísimo, porque las mismas autoridades, las mismas seguridad y custodia se prestan. Se aprovecha cuando van a las audiencias… Van a decir que es consensual, que es porque así lo quiso la interna, porque nunca de los nuncas van a tener los pantalones para decir ‘la neta sí lo hice, la neta sí (la forcé)’”, dice.

Por su parte, Saskia Niño de Rivera, presidenta de la organización Reinserta a Un Mexicano A.C., asegura que las custodias tienen ganancias económicas por prostituir a las internas.

“Puede ser un tema de trata porque, al final, ¿quién las lleva? o también ¿quién organiza que entren y quién se lleva cuotas y quién se beneficia de esos aspectos?

Las madrotas

“En el Bordo hay una ‘madrota’. Esta chica tiene mujeres para ella, la mujer que le gusta la tiene para ella y a las otras las manda prostituirse”, cuenta Andrea*, quien está recluida desde hace 14 años por secuestro. Ella no ha sido sentenciada y su estancia, actualmente, se localiza en un penal de Tamaulipas.

Su testimonio lo dio vía telefónica desde la cárcel y transmite lo que sus compañeras le han platicado porque ellas, dice, se negaron a dar entrevista por miedo a represalias.

“Allá en Santa Martha (Acatitla) también se maneja eso de que hay una mujer que se agencia a las mujeres que le gustan. Sí he cruzado palabra con dos o tres personas o conocidas que sí me han contado bastantes historias de ese tipo. Ella (mi compañera) me empieza a decir que allá en las cárceles de México se da esto. “‘El hombre de la casa’, así le dicen, y es una lesbiana, como quien dice, es la ‘mera mera’; ella elige a las que le gustan, más cuando llega una nueva, lo primero que hace con esa nueva es llevársela, dársela a esta persona y si a ella le gusta y si a ella le cuadra, pues ya sabes”, relató.

Y, en caso de que las chicas no quieran, ¿qué pasa? ¿lo sabes?, se le preguntó.

“Me dice ella ‘no, es que ahí no tienes opción, ahí no hay una opción, te estoy hablando de que las llevan ante toda la comitiva del ‘hombre de la casa’ ahí, vigilándote, es como su guardaespaldas, tiene su gente y, obviamente, como diríamos aquí, por las buenas, sí. Y sabes que va a demandar de ti cierta cosa, y que, si tú le dices que no, pues prepárate para lo que viene”, describió.

El término “madrota” viene de la palabra “madre”, como las mujeres que consideran “hijas” a las reclusas que están bajo su protección, detalla Ainhoa Vásquez, profesora de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras del Colegio de Letras Hispánicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Pero tras las rejas, entre los pasillos de celdas, esas mujeres no cuidan, sino lo contrario; viven bajo una connotación violenta y las reclusas les deben respeto y más.

“No solamente a las mujeres, también a los hombres se les llama ‘madre’ en el crimen organizado. A los líderes también se les llama ‘madre’.

“Hay muchas mujeres adentro de los penales que también están cooptando a mujeres; entonces, son las mismas mujeres las que ya no solamente son víctimas, se han convertido ellas en victimarias, como una forma de sobrevivir a este mundo. También a ellas las están metiendo y raptando, obligando a otras mujeres a pertenecer a estos delincuentes, a estos espacios del crimen organizado”, añadió.

Sobre el tema también habla Viridiana Molina, quien estuvo en prisión preventiva durante cuatro años en cárceles de Nayarit y Morelos. Ahora, ya en libertad, encabeza el colectivo Artículo 20, dedicado a defender los derechos de personas en reclusión.

“Te das cuenta de que esto no nada más es de una ‘madrota’; ella, como sea, nada más les dice ‘vente, vas a estar bien, te puedo conseguir clientes’ y cosas así, pero pues aquí son servidores públicos, porque ellos son los que dan el pase y el filtro a que pase la mujer del otro lado”, señala Molina, fundadora del colectivo Artículo 20, dedicado a apoyar a mujeres en prisión.

Iniciadores

Uno de los cárteles del narcotráfico que fue precursor de la trata de mujeres fue el de Los Zetas -actualmente desaparecido-, debido a que enfrentaban dificultades para llegar a las fronteras y pasar la droga, por lo que empezaron a generar dinero de otros delitos, como la trata de mujeres, agregó la experta de la UNAM.

Sobre Los Zetas habló Areli*, una interna en un penal de Veracruz presa sin sentencia desde el 2012 por el delito de secuestro, el cual, dice, no cometió.

“Lo que a mí me platicaban, lo que aquí manejaban, era que (el penal) estaba manejado por un cártel, que era el de Los Zetas, el de la última letra. Entonces, la función de esta señora era cobrarles para el paso al área de varones. Ella, creo que estaba por el delito de secuestro; de hecho, no tiene mucho que se acaba de ir, tiene poco; ha de tener, exagerando, como dos meses”, describió.

La joven también asegura que los directivos del penal en el que está llegaban a solicitar servicios sexuales de las internas y, cuando ella llegó a la cárcel veracruzana, hace unos tres años, tuvo miedo de que la llamaran para ese fin, ya que sus compañeras le comentaron que si las internas se negaban a ofrecer servicios sexuales las golpeaban.

“Pedían a las que ellos querían y, aunque tú no quisieras, ellos decían ‘hoy me traje a esta’ y ya nada más agarraban y los custodios decían ‘ven, acompáñame’ y ya; pues tú te quedabas así como de ‘¿qué onda?’. Aquí era de que ‘no es que no quiero, es que lo vas a hacer y vas a andar porque mi jefe te quiere y punto’.

“Ya cuando el Sistema se cayó y salió esa organización delictiva (Los Zetas), ya ella nada más se quedó viviendo en unos cuartitos que les dicen ‘los baños’, se quedó viviendo ahí en ese cuartito”.

Recuerda a la “madrota” con el nombre de Dolores, solamente. Es alta, dice, de tez blanca, labios delgados, cejas delgadas, párpados caídos, nariz perfilada, pómulos altos y complexión robusta; echaba las cartas para ganar adeptos.

Areli tiene 34 años de edad. Ella dice que después de todo lo que ya vivió en el penal no le da miedo hablar. Acusa que fue torturada después de ser detenida.

La comunicación con ella se entabló a través de una llamada vía teléfono celular. En ese penal, quienes usen un aparato debe pagar 300 pesos semanales. Cámara no puede usar; se las destruyen para que no capten imágenes desde el interior de los reclusorios.

Libertades en el fuero federal

Martín, de 49 años de edad, está recluido en un penal estatal de Guanajuato, y vía celular contó lo que vivió cuando estuvo en una celda de un penal federal de Oaxaca. Ahí vivía solo.

La entrevista con él se realizó también vía telefónica y cuenta que fue detenido hace más de 10 años por delitos como delincuencia organizada, narcotráfico, cohecho, entre otros.

Su voz es fuerte y se mezcla, a veces, con el sonido de su televisor, mientras habla de las mujeres que eran ingresadas a ofrecer servicios sexuales a los internos.

“Yo estaba en un módulo de máxima seguridad y estaba con algunas gentes muy sonadas del medio. Yo estaba en un módulo donde estaban los de mayor perfil de todo el penal y de buena parte de la República. Sin mencionar nombres ni apellidos, pero estaban gentes de Guerrero, Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas. Había Familia Michoacana, Zetas, Golfo, Chapos, gentes individuales, también había ‘Beltranes’, había de todo”, narra desde la celda que comparte con tres internos más.

“En el módulo donde yo me encontraba había líderes de células, jefes regionales de diferentes cárteles, narcotraficantes muy mencionados, asaltabancos renombradísimos, secuestradores, igualmente y ahí te manejaban o trataban de manejarnos un perfil de primera gama”, cuenta Martín*.

Él dice que para los servicios sexuales que solicitaban los internos había dos modalidades, las cuales describe de la siguiente manera:

Uno de los servicios era el de mujeres que eran ingresadas desde el exterior para mantener relaciones sexuales con los internos. Ellas, probablemente, serían víctimas de trata de personas.

“Los que te ofrecían, más bien, así el servicio externo hacia internamente eran sobre todo comandantes de allá, les llamaban ‘de zona’. Era en su mayoría una que otra oficial de módulo, te decía que te podía conseguir una amiga. No veías fotos, te la describían y te decían que eran 100 por ciento complacientes.

Para este servicio, dice, personal del penal ayudaba a los internos a tramitar un concubinato falso.

“El trámite te costaba, te lo cobraban, desde 20 mil pesos hasta 50 mil pesos, ‘dependiendo el sapo la pedrada’”, detalla.

Los servicios eran como una agencia de esas que, en mis tiempos, se anunciaban en los periódicos, nivel ejecutivo, supuestamente. Cada encuentro te costaba 5 mil pesos, porque era lo que duraba la visita conyugal, te duraba cuatro horas, cinco horas y de ahí salías y te ibas a la familiar”.

Todos los pagos, dice, independientemente de la modalidad, eran a cuentas bancarias de particulares.

La segunda modalidad era el servicio ofrecido por las oficiales del Centro Federal de Readaptación Social. “Decía en sus gafetes que eran ‘Custodia Penitenciaria Federal’”, detalló Martín*.

“En el penal de Oaxaca se veía que eran las mismas oficiales las que te ofrecían sus servicios. Te daban su número de cuenta y te pedían que les depositaras, es como el ‘pay per view’, pago por evento… Una vez que ya tenían su ticket, ya te volvían a ver el día que les volvía a tocar y ya te daban, ahora sí, la ‘letra de cambio’.

“Te sacaban a hacer dizque el aseo o la talacha del comedor o del pasillo y ahí te metían en un cuartito que había, pero no sólo ellas te ofrecían los servicios, también te los ofrecían las licenciadas de educativo, de laborales… Al final, entraron unas muy jovencitas, como de unos 20, 22 años”.

Estos servicios cuestan a los internos entre dos mil y 10 mil pesos, relata Martín*.

A pesar de esto, Rubén Fernández Lima, Coordinador de Prevención y Readaptación Social, asegura que en penales federales no tienen registrado este tipo de delitos y dijo que probablemente ocurra en los penales estatales, o del fuero común.

“Eso no lo tenemos registrado como tal en nuestros sistemas de seguridad”, dijo.

“En los centros federales tenemos controles muy estrictos y el ingreso de las personas sí no está autorizado si no son personas relacionadas legalmente con las personas que están privadas de la libertad”, aseguró.

Al cuestionarle sobre el concubinato que los internos pueden tramitar, Fernández Lima dijo que “esos hechos no se conocen en los centros federales”.

“Posiblemente se refieran a penales locales, Oaxaca o algún otro estado”, finalizó.

Debido a las necesidades que tienen las internas en los reclusorios, no ven que son víctimas de trata de personas.

Saskia Niño de Rivera, presidenta de la organización de Reinserta Un Mexicano A.C, detalla que esta situación se presenta de forma recurrente con la comunidad trans en prisión.

“Hay una normalización de esta figura como de ‘padrote’ dentro de la cárcel o del uso de la prostitución como forma de vida y sí tiene mucho que ver con la ausencia de otras oportunidades laborales, ahí está como ‘yo me estoy prostituyendo porque yo quiero’, pero tienen que pagar cuotas, está muy normalizado”, describió.

Con esta versión coincide Viridiana Molina, fundadora del colectivo Artículo 20.

El delito es no saber decir ‘no’. El delito es no saberlo. Como te pasaron tantas cosas, dentro de esto, no sé, la pérdida de un familiar, hiciste codependencia, estabas en abandono.

“Pero si tú analizas que ya te llevó la ‘madrota’ con los hombres y que después de eso tú ya tienes una lista previa, significa que estuvieron exponiéndote, que estuvieron ofreciéndote, pero ellas no lo ven así”, finalizó.

En el abandono

De acuerdo con Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano, el sistema penitenciario se encuentra en el absoluto abandono.

“Si nosotros tomamos en consideración, en un informe presidencial deberían estar plasmadas las preocupaciones del Estado. Para el tema del Sistema Penitenciario se le dedicaron menos de 10 segundos y los segundos que se le dedicaron fue para decir que el Sistema Penitenciario ya no se encuentra o no hay privatización, lo cual, entre otras cosas, es falso. Los 10 segundos que le dedicaron son 10 segundos que sirvieron para decir mentiras”, dijo en una conferencia de prensa en conjunto con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) sobre Reclutamiento y utilización de niñas, niños y adolescentes por grupos delictivos en México.

Rivas también refiere que, en materia económica, el presupuesto ha sido abandonado de manera histórica, no sólo en el actual Gobierno, aunque en esta Administración se ha llegado a mínimos en términos destinados a los centros penitenciarios y al fortalecimiento de la Policía penitenciaria.

“Por lo que refiere a la Policía penitenciaria, es la peor pagada del país, es la peor capacitada y es la más abandonada, pese a que es una de las que tiene los mayores riesgos en ejecutar su acción”, señala Rivas.

Cosificación

De acuerdo con José Luis Musi, experto en sistema penitenciario y ex coordinador del Sistema Penitenciario Federal de la Secretaría de Gobernación, hay mujeres que probablemente son víctimas de trata de personas afuera de los penales y que son llevadas a los internos para servicios sexuales.

Sobre el perfil de los tratantes, describe que estos son personas insensibles al sentimiento humano y existe para ellos o ellas la cosificación de las personas, por lo que hacen uso y desuso de la gente, sin tener sentimientos.

También los describe como inexpresivos, con un aplanamiento afectivo.

“En general, los explotadores tienen una psicología muy especial: tienen personalidad, lo que se llamaba antiguamente psicopática, se sigue llamando, o sociopática, pero está definida ahora en los nuevos conceptos de diccionarios mundiales como trastorno antisocial de la personalidad”, asegura el especialista.

Sobre el perfil de las víctimas, Viridiana Molina, fundadora del colectivo Artículo 20, considera que el delito de trata lo cometen contra las mujeres en prisión, pero también se perpetró contra las mismas mujeres antes de ser encarceladas.

Por su parte, Saskia Niño de Rivera, presidenta de Reinserta a un Mexicano A.C., las tratantes son mujeres que vienen de contextos violentos y todas, si no en su mayoría, fueron víctimas de trata.

Población penitenciaria

Los casos aquí contados son sólo algunos de lo que podrán vivir las 12 mil 394 son mujeres que estaban en reclusión hasta el 21 de julio de este año, de acuerdo con cifras del Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional del Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social.

Hasta esa fecha había 220 mil 866 personas privadas de su libertad distribuidas en 288 centros penitenciarios en México.

El fenómeno de la trata que acusaron las y el interno aquí mencionados puede existir en los 288 centros penitenciarios que hay en México.

Quince penales dependen del Gobierno Federal, 13 del Gobierno de la Ciudad de México y 260 de los gobiernos estatales.

De las 220 mil 866 personas que están privadas de la libertad en nuestro país, hasta julio de 2021, 192 mil 525 estaban en cárceles del fuero común y 28 mil 341 del federal, indican datos del Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social.

En cuanto a las sentencias, se indica que 15 mil 659 personas están sentenciadas en penales federales y 110 mil 763 en cárceles del fuero común.

De acuerdo con la Tercera Visitaduría General de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, durante el 2020 hubo un aumento de 717 por ciento en las quejas por presuntos abusos cometidos dentro de las cárceles del país.

Esto quiere decir que el año pasado hubo mil 38 quejas por presuntas violaciones a derechos humanos en las cárceles, mientras que un año antes sólo hubo 127 quejas.

De acuerdo con Mario Luis Fuentes Alcalá, investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México, la trata de personas es uno de los crímenes más violentos, clandestinos y difíciles de identificar, en particular por la falta de denuncias por parte de las víctimas, además de la corrupción.

Este reportaje fue desarrollado con el apoyo de la Fundación Thomson Reuters

 *Los nombres de las personas en reclusión mencionadas en este trabajo fueron cambiados por su seguridad

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