La OCDE comienza a ver la luz al final del túnel gracias a las expectativas que generaron las vacunas contra el coronavirus o Covid-19, y revisa ligeramente al alza sus negras perspectivas para la economía mundial en este 2020, aunque advierte de que la recuperación desde 2021 será muy desigual y tardará en llegar para muchos países.
“Por primera vez desde que comenzó la pandemia, ahora hay esperanza en un futuro más brillante”, destacó la economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Laurence Boone, en su informe semestral de perspectivas.
La economía en el mundo sufrirá este 2020 una caída del 4.2 %, lo que supone tres décimas menos de lo que la organización calculaba hace dos meses y medio.
Con un crecimiento del 4.2 % en 2021 (8 décimas menos de lo anticipado en septiembre), el producto interior bruto (PIB) global recuperará los niveles previos a la crisis a finales de ese ejercicio y subirá otro 3.7 % en 2022.
OCDE prevé una recuperación muy desigual
Las diferencias serán muy notables por países y el gran ganador en términos comparativos será China, que no sólo será el único miembro del G20 que evitará este ejercicio la recesión (porque su PIB aumentará un 1.8 %), sino que tendrá el mayor rebote con diferencia el próximo año con un 8 %.
La economía mundial cobrará impulso en los próximos dos años. El #PIB mundial volverá a los niveles prepandémicos a finales de 2021
Se prevé que el PIB mundial aumente poco más del 4% en 2021 y otro 3,7% en 2022.
Leer más ➡️ https://t.co/HDQLpQIPyp#PerspectivasEconómicasOCDE— OCDE ➡️ Mejores Políticas para una Vida Mejor (@ocdeenespanol) December 1, 2020
La otra cara de la moneda son los países que sufren nuevos rebrotes del coronavirus, en particular muchos europeos, pero también Sudáfrica, México, la India y muy particularmente Argentina.
La zona euro en conjunto se hundirá un 7.5 % en 2020 (la baja llegará a un máximo del 11.6 % en España) antes de recuperar un 3.6 % en 2021 y el Reino Unido caerá 11.2 % para luego avanzar 4.2 %.
Cuando termine el año próximo, mientras la producción en China será casi un 10 % superior a la que tenía antes de la crisis y Estados Unidos estará prácticamente en tablas, Argentina acumulará una pérdida del 8 %; el Reino Unido alrededor del 6.5 %; España casi el 6 %; Colombia, México o Italia entre un 4 y un 5 % y Francia más del 2 %.
Alto nivel de incertidumbre
La OCDE considera que la situación es excepcionalmente incierta, con una posibilidad de mejorar rápidamente en caso de que se aceleren el desarrollo y la distribución de las vacunas contra la COVID-19, lo que reduciría la incertidumbre y la necesidad de ahorro de precaución, las cuales podrían dirigirse a la inversión y el consumo.
Ello podría suponer una inyección de 3 billones de dólares al PIB mundial de aquí a fines de 2022, pero tampoco puede descartarse el riesgo a la baja si los brotes se intensifican de forma más amplia, como ocurre en Europa o si el despliegue de la vacunación se retrasara, y eso amputaría la producción en casi 4 billones en los dos próximos años.
Boone advierte de que “los más vulnerables seguirán sufriendo de forma desproporcionada”, como los trabajadores con baja cualificación que han perdido su empleo, y por eso los gobiernos tienen que dirigir sus ayudas de forma especial a ellos.
Te puede interesar: La OCDE prevé una caída para la economía mexicana de 9.2% este año
La OCDE insiste en que la perspectiva de las vacunas no debe ser una excusa para que los gobiernos retiren de forma prematura esos dispositivos de apoyo.
Y aunque es verdad que el gasto público masivo para contener los efectos de la pandemia es elevando la deuda pública a niveles récord, al mismo tiempo los intereses que tienen que pagar los Estados son muy bajos gracias a la acción de los bancos centrales.
El servicio de la deuda que tienen que pagar la mayor parte de los países de la organización (salvo algunas excepciones como Estados Unidos o sobre todo México) es inferior al que tenían en 2014, un momento crítico de la crisis financiera.
Para la economista jefe de la OCDE hay al menos tres prioridades políticas: invertir en bienes y servicios esenciales como la educación, la salud y las infraestructuras físicas y digitales; actuar para corregir el crecimiento de la pobreza y las desigualdades de ingresos, así como la cooperación internacional.
Sobre este último punto, Boone advierte de que el proteccionismo y el cierre de fronteras no es una respuesta a la situación actual, la primera crisis plenamente global desde la Segunda Guerra Mundial. Una tendencia que hay que modificar, entre otras cosas para evitar que la crisis sanitaria y económica acabe siendo también financiera.
Con información de EFE