Donald Trump, el presidente incendiario en busca de la aprobación

Donald Trump, el presidente incendiario en busca de la aprobación

Donald Trump prendió fuego al mundo político de Estados Unidos en 2016 y sigue absorto en las llamas, esperando que el mismo mensaje que lo llevó a la Casa Blanca le otorgue ahora la aprobación, un segundo mandato sin cambiar de programa y a pesar del desgaste derivado de la pandemia del coronavirus o Covid-19.

El actual presidente se ha guiado casi toda su vida por la necesidad de aprobación: la de su padre, la del mundo de los negocios de Nueva York, y más adelante, la de todo Estados Unidos.

Cuatro años luego de sorprender al mundo con su asombrosa victoria electoral, Trump desea sentir nuevamente el calor de los estadounidenses, pero se asoma al día de las elecciones mucho menos seguro de su victoria que a principios de este año, cuando confiaba en ir con un buen desempeño de la economía.

Desgastado por la gran cifra de muertes por la Covid-19 que causó la peor crisis económica del país desde la Gran Depresión y un movimiento popular contra la injusticia racial, Trump sentó las bases para cuestionar el resultado de las elecciones si no lo favorece, lo que podría desatar más violencia y litigios en el país.

Trump contra la máquina

A la hora de convencer a los votantes, Trump se encomienda a la misma estrategia electoral que le funcionó en 2016, que es la de perfilarse como un enemigo del aparato político del país.

Aunque no importa mucho que Trump sea ahora quien encabeza buena parte de ese aparato: en su imaginario y en el de sus seguidores, el supuesto “Estado profundo” siempre está controlado por la oposición y sus presuntos “infiltrados” en la burocracia del Gobierno, y tiene lazos con su rival, el exvicepresidente demócrata Joe Biden.

“Hemos pasado los últimos cuatro años reparando el daño que Joe Biden infligió en los últimos 47 años (de su carrera política)”, aseguró Trump durante su discurso ante la Convención Nacional Republicana en agosto pasado.

Donald Trum, un exempresario de 74 años, s e percibe como alguien ajeno a los engranajes de lo que define como la “ciénaga” de Washington, a pesar de que desde su llegada al poder ha alimentado los intereses de muchos de los más poderosos de ese aparato, incluidos grupos de presión que ahora lo ayudan con la reelección.

Al bajar las escaleras mecánicas doradas de la Torre Trump en 2015 y anunciar su campaña presidencial, el todavía magnate inmobiliario se convirtió en la peor pesadilla del Partido Republicano, pero ahora esa formación se amolda al mandatario, dejando por el camino algunas de sus figuras y prioridades clave.

La reacción de Obama

Desde que llegó al poder en enero de 2017, Trump abrazó la provocación como forma de Gobierno y distracción, atacando a los medios de comunicación y poniendo a prueba a las instituciones estadounidense, cuyos tribunales han tramitado cientos de demandas contra muchas de sus políticas.

Foto: EFE

El presidente revolucionó Washington a golpe de Twitter y regularmente manipula o exagera los hechos, con más de 22,000 mentiras o afirmaciones falsas desde que llegó al poder, de acuerdo con un recuento del diario The Washington Post.

Con el lema “Estados Unidos primero”, Trump puso patas arriba la relación con los aliados de Washington como Canadá y la Unión Europea, además de que protagonizó un histórico acercamiento con Corea del Norte que lleva más de un año estancado y convirtió a China en su peor enemigo a través de una guerra comercial.

Su ascenso al poder fue una reacción al mandato de su némesis, el expresidente Barack Obama, al que Trump dirigió ataques racistas desde 2011 y cuyo legado se ha esforzado en destruir desde la Casa Blanca, al retirarse del acuerdo nuclear con Irán y del pacto de París sobre el clima, además de congelar el deshielo con Cuba.

Aunque Trump desechó muchas de las regulaciones de Obama y nombró un récord de jueces conservadores en tribunales federales como tres en el Tribunal Supremo; no consigue cumplir una de sus promesas de campaña clave: derogar la reforma sanitaria de 2010, conocida como “Obamacare”.

A la sombra del muro

La construcción del muro en la frontera con México es otra de sus promesas estrellas que ha cumplido parcialmente: consiguió erigir casi 640 kilómetros de barrera (aunque la gran mayoría reemplazaba una valla que ya existía) y no hay ningún viso de que México vaya a sufragar los costos, como aseguró Trump.

En materia de migración, Trump erosionó profundamente el derecho de los indocumentados a solicitar asilo, enviándolos a México a esperar durante meses una cita en un tribunal de Estados Unidos mientras intentaba constreñir la inmigración legal y perfilaba a quienes no tienen papeles como criminales, sin matices.

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Trump pasó casi todo su mandato bajo investigación: primero fue la investigación sobre la trama rusa del fiscal especial Robert Mueller, la cual concluyó en 2019 sin grandes consecuencias; después el juicio político que terminó en febrero pasado donde se absolvió al presidente de dos cargos por sus presiones a Ucrania.

El ascenso de un magnate

Nació en 1946 en Nueva York de una familia descendiente de emigrantes alemanes, Donald John Trump es licenciado en Economía Financiera y a los 28 años tomó el relevo de la empresa inmobiliaria de su padre para adentrarse después en el sector de los casinos, con un ascenso en ocasiones complicado y marcado por las deudas.

También fue productor de los concursos de belleza Miss Universo y Miss América, además de que Trump estrenó la década pasada su propio programa de televisión, “El aprendiz”, donde varios candidatos competían por un empleo en su corporación, algo que alimentó su fama e impulsó su carrera presidencial.

Con una fortuna personal que está estimada en cerca de los 2,100 millones de dólares, Trump está casado con la modelo eslovena Melania Knauss desde 2005, con la que tiene un hijo. Anteriormente estuvo unido a la deportista Ivanna Winkerlmayr, con la que tuvo tres hijos, además de con la actriz Marla Maples, con la que tuvo una hija.

Con información de EFE

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