Copia de Bartolomé Esteban Murillo, a subasta en Nueva York

Copia de Bartolomé Esteban Murillo, a subasta en Nueva York

Una reproducción excepcional del célebre cuadro “San Francisco abrazando a Cristo en la cruz” de Bartolomé Esteban Murillo, pintado por el propio artista, será subastado por Christie’s el próximo 22 de abril en Nueva York, donde se estima que podría venderse por entre 1.2 y 1.8 millones de dólares.

Se trata de un “ricordo”, como se denominan las copias que hacían los pintores de una destacada obra, la cual fue analizada por el historiador de arte Enrique Valdivieso, quien concluyó que se trata de una reproducción de excelente calidad llevada a cabo por Murillo que está en muy buen estado de conservación.

“La pintura está en fantásticas condiciones y su superficie es muy bonita, lo que significa que se puede apreciar plenamente las fluidas pinceladas de Murillo”, cuenta la directora de ventas de Antiguos Maestros de Christie’s, Jonquil O’Reilly.

Agrega que “aunque vemos copias de trabajos de Murillo, descubrir un duplicado del propio autor, escondido en una colección privada durante tanto tiempo, es un hallazgo maravilloso”.

“San Francisco abrazando a Cristo en la cruz” fue hecho por Murillo como parte de un encargo de la Orden Capuchina de 1665, que acabó formado por una serie de ocho cuadros y siendo no sólo el proyecto más ambicioso del artista, sino uno de los grupos de obras más importantes del siglo XVII de España.

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La serie de cuadros quedó dividida en 1835 con la invasión de Napoleón y no fue hasta 2017 cuando volvió a reunirse para una exposición en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Otra característica que potencia el carácter excepcional de la copia es que una radiografía revela, curiosamente, varias alteraciones de la composición de la pieza, evidencia de que el artista cambió de opinión mientras pintaba el cuadro, algo que no solía verse en los “ricordo”.

Murillo modificó tanto la posición de las manos de San Francisco, las cuales inicialmente cogía el cuerpo de Cristo con mayor proximidad, como el ángulo del rostro del querubín que pintó en la esquina superior derecha.

También parece que cambió la posición de la mano de Cristo, que al principio estaba cerrada sobre el clavo que la sujeta para luego dejarla en una posición abierta y relajada.

“Lo que lo hace tan especial es lo que observamos en las radiografías, que muestra ‘pentimenti’, (como se denominan pinceladas que han quedado ocultas bajo modificaciones), el artista cambiando de idea y revisando y volviendo a posicionar elementos de su composición”, explica la representante de Christie’s.

Añade que “estos vistazos de la forma de trabajar del artista e imaginar su razonamiento mientras pinta son muy emocionantes”.

En un comunicado, Christie’s también indica que se desconoce la razón por la que Murillo repensó y revisó una composición que ya le era conocida, para después acabar pintando la misma versión del cuadro original, por lo que la pieza tiene un componente misterioso.

Con información de EFE


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