López, Biden y las fronteras

López, Biden y las fronteras

Por Oscar Juárez

La Cumbre de América del Norte convocada por el presidente Biden con sus homólogos de México y Canadá, tiene una agenda hemisférica clave para la política en la era del Covid: cerrarse o abrirse en temas clave como seguridad, migración y derechos humanos; vacunación y recuperación económica; medio ambiente y calentamiento global.

Será, ésta, una reunión trilateral clave no solo por el T-MEC en la reanudación de las redes de suministro industrial global, sino por que habrá de calar en las texturas políticas para hacer frente a los desafíos pandémicos.

La pandemia está provocando cambios en las sociedades del mundo, es un detonador de innovaciones económicas, cultura de cuidados necesarios para coexistir con el virus en las grandes ciudades globalizadas y creación de nuevas biotecnologías en un tiempo record con, hasta el momento, más de 300 proyectos de vacuna y anti virales contra la Covid 19.

A este avance civilizatorio para hacer frente a la enfermedad y confinar de manera preventiva a gran parte de la población mundial; sin embargo, corresponde una agudización de los problemas sociales preexistentes a la pandemia.

12 mil millones de dólares ha costado la gran pausa global pandémica. La pobreza aumenta. Hoy 8 de cada 10 nuevas personas empobrecidas viven en países de renta media y baja, que se suman a 750 millones de pobres en todo el planeta, de los cuales, solo 2% han accedido a la vacuna en los países más rezagados mientras el G7 acaparan hoy más del 75% de la producción mundial de vacunas contra Covid, de esas, un tercio será tirada a la basura antes de la Navidad por no ser aplicadas, unas 80 millones de dosis.

Abriendo con esta inequidad mundial, aún más las brechas de desigualdad social y género, detonando una ola de huérfanos, divorcios, feminicidios y violencia intrafamiliar. Ya que una campaña de vacunación planetaria habrá de sacarnos a todos del estancamiento económico pandémico mediante un esquema de entendimiento como el Covax y mayor financiamiento por parte del G20. Solo así, los nuevos flujos de hambre y pobreza migratoria habrán de frenarse.

Las tensiones geopolíticas en este momento aumentan. El crimen organizado busca retomar sus rutas de suministro de drogas, tráfico de armas y personas.  Los flujos migratorios de sur a norte se han intensificado por la crisis económica urbana y el colapso logístico de las redes globales de materias primas, energía, chips y semiconductores reelentalizan la actividad económica y golpean los ingresos de las familias trabajadoras en las ciudades maquiladoras del mundo.

Este nuevo escenario planetario presiona sobre los países democráticos en dos grandes posturas. Una primera postura política que apuesta por endurecer las fronteras nacionales, profundizar el proteccionismo económico y relanzar la presencia sobre-reguladora del Estado en los mercados; esa es la ruta claramente populista. La segunda postura política consiste en mantener las fronteras abiertas, reducir aranceles y profundizar la globalización con una política multilateral, gobernanza mundial y la Agenda 2030.

El dilema al que estarán enfrentándose los electores será elegir entre una política de aislacionismo proteccionista o una política de multilateralismo global, es decir, ante las presiones sociales pandémicas, cuánto está cada sociedad dispuesta a abrirse o cerrase, a cooperar con el mundo o a mirar hacia adentro de sus propios problemas en busca de posibles soluciones con restricción de libertades, acotamiento de derechos y una narrativa de miedo a los que atraviesan nuestras porosas fronteras nacionales.

Las turbulencias y conflictos por venir, desde la pobreza migrante y el terrorismo, empujarán a los Estados a procurar la estabilidad con restricciones o libertades, es decir, con más populismo neo nacionalista o una mejor re globalización democrática con la pobreza, los derechos humanos y el libre comercio en el centro de la agenda internacional.

La postura mexicana en el Consejo de Seguridad de la ONU es desde mi opinión, una postura geopolítica correcta: apostar por mecanismos globales de entendimiento para reducir las brechas de desigualdad social agudizadas por la pandemia y neutralizar los potenciales conflictos sociales con políticas centradas en la población mundial empobrecida y que habita las zonas urbanas con mayores rezagos sociales de carácter estructural. Al tiempo, de exigir un mayor compromiso con el Covax para acelerar la vacunación fuera de las fronteras del G7 y un mejor entendimiento comercial para reactivar la economía mundial sin dejar a nadie atrás.

Mientras las salidas humanitarias y económicas a la pandemia requieren entendimientos políticos multilaterales para acordar protocolos sanitarios y una gobernanza planetaria para distribuir vacunas, insumos y medicinas; los efectos no deseados e inesperados deterioran las condiciones de vida urbana, la pobreza estructural y agudizan la conflictividad social en las democracias menos consolidadas.

Las élites mundiales están explorando agendas compartidas en la G20 y, especialmente, en la G7, con el propósito de estabilizar la política internacional post pandémica y mantener los mínimos del orden de gobierno democrático que supone la globalización, justo cuando la pobreza y el miedo tocan a sus fronteras con rostro migrante: en dos años, las detenciones de migrantes mexicanos en Estados Unidos se ha duplicado, el mes pasado fueron casi 591 mil deportaciones de paisanos.

Ojalá, el diálogo trilateral del T-MEC sea provechoso para México.

Es momento de tomar posición política: abrir o cerrar las fronteras, cooperar o aislarse. De eso tratará en México también nuestro voto del año 2024.

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